miércoles, 1 de septiembre de 2021

PENSAMIENTOS SUELTOS

 

Imagen de Be Mind Bienestar

Serie "Pensamientos Sueltos" escrita en el 2014.

Ciertas edades nos brindan a los seres humanos la capacidad de elegir como queremos ser tratados en todos los aspectos; vamos llegando a un punto en el que adquirimos un estilo propio al hablar, actuar y pensar, y obviamente, también en nuestra apariencia. Esa "libertad" consecuente de los años, al mismo tiempo nos llena de una cierta calma; no nos preocupamos por aparentar, sino por sentirnos bien con nosotros mismos. 

Hasta en el amor, nos tomamos el tiempo de seducir y dejarnos seducir; ya no hay prisas, solo el disfrute de cada momento, cada detalle, cada espacio y cada día... Sabemos que la vida es corta y por lo tanto, solo nos preocupa cuidar cada paso que damos, tratando de que nuestros errores sean cada vez menos, más fáciles de sanar, y así continuar con más ímpetu.

Esa es la gran diferencia con la juventud impulsiva, sin reglas, corriendo detrás de un no sé qué... el cual no lleva a ningún lado, solo pensando en vivir momentos sin consecuencias, y pagando más adelante algunas de ellas, que muchas veces quedan marcadas toda una vida; quieren vivir de apariencias cueste lo que cueste, el sexo simplemente es diversión, y si es muy frecuente, a eso lo denominan "pareja" para darse cuenta más tarde, que no era amor, ni era nada.

Los jóvenes de hoy, no saben lo que es conquistar; las chicas se dedican a exhibirse cual ganado en feria, y los chicos simplemente se limitan a decir: "Vamos a  la cama y la pasamos rico". La música es una repetición de frases vulgares y sin sentido alguno, cuyos bailes se convierten simplemente en un roce de genitales, para terminar en intercambios llenos de toda irresponsabilidad.

La sensualidad se confunde con vulgaridad, y casi que desnudismo; el romance, la conquista y la seducción son palabras desconocidas para ellos, y actos inexistentes. La composición de una pareja es solo sexo, sin pensar en el mañana, ni en las responsabilidades, viviendo un hoy descontrolado. 

Por eso, me alegro de estar en un punto en el que me reservo "el derecho de admisión" en todos los aspectos de mi vida, y en el que cada acto no depende de lo que me falte o no, por vivir, sino en el bienestar y la plenitud que me produzca.

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